



























Hay belleza incluso en lo que hiere.
En las formas que resisten al viento,
en las sombras que se recortan contra el ocaso.
Cada espina guarda una historia,
un intento de protegerse,
un gesto de supervivencia ante la luz que se apaga.
Y aun así,
el sol las acaricia como si también fueran flores.
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