ENTRE SOMBRAS Y FRACTURAS

La ansiedad se cuela por cada grieta, como si las ramas de los árboles no solo oscurecieran el cielo, sino también mi ánimo. Es un torbellino de formas borrosas y pensamientos desordenados, un reflejo de la tormenta interna.

Las paredes de piedra, rígidas y desgastadas, se sienten como mi propia piel: un testimonio de las cicatrices que llevo dentro. La fuerza que una vez me sostuvo ahora parece un recuerdo distante, erosionado por el tiempo y los golpes de lo incierto.

Y luego, un viejo letrero. El número 20 grabado, desvaído, cubierto de musgo. Como si el tiempo se burlara, recordándome que sigo aquí, aunque muchas veces parezca que el camino se pierde en la espesura.

Estas imágenes no son solo paisajes; son fragmentos de un estado de ánimo, un grito silencioso en blanco y negro. Porque a veces, el arte es la única forma de ponerle rostro a lo que las palabras no logran expresar.


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